Cuando la llamada “operación bikini” llega a su fin nos relajamos y disponemos a disfrutar del verano, pero eso en nuestro entorno a veces conlleva excesos y nuevamente la acumulación de grasa corporal y el deterioro de la forma física. Existen multitud de dietas y disciplinas para perder peso y, aunque siempre hay que seguir las pautas de un profesional para ponerlas en práctica, la fitoterapia o comprar de productos de nutrición de farmacia son ejemplos de disciplinas o dietas que ayudan en la pérdida de grasa.

Muchas personas buscan perder peso después del verano, pero es importante hacerlo poniendo por delante nuestra salud. Existen muchas maneras de ayudarnos a mejorar la salud a la vez que recuperamos la forma, aquí te daremos algunos de los métodos más efectivos, pero recuerda que, si tienes una dolencia específica, debes consultar antes con un especialista que revise tu caso de manera individualizada.

Ejercicio y alimentación

Los grandes y principales pilares para, no solo recuperar nuestra línea, sino mantener la salud en óptimas condiciones, serán siempre un buen nivel de actividad física y deporte y una alimentación saludable.

El ejercicio físico más adecuado dependerá de cada caso, pero es positivo alternar prácticas cardiovasculares con ejercicios de fuerza. Se vuelve esencial priorizar la adherencia: la posibilidad de mantener dicho ejercicio en el tiempo y no abandonarlo por aburrimiento, ser inadecuado a nuestro estilo de vida o forma física inicial, requerir de un tiempo excesivo…

La clave para adelgazar y que se trate de algo permanente es integrarlo como rutina en nuestro día a día y no pasar por “rachas” pero para que esto sea posible deberemos buscar el más adecuado para nosotros.

Alguna de las preguntas que podemos hacernos para encontrar nuestro deporte ideal serían: ¿me divierto o entretengo al realizarlo o más bien siento sensación de agobio y presión?, ¿Me deja demasiado agotado y no puedo seguir con el resto de mi vida? (trabajo, compromisos y ocio), ¿tengo algún problema de salud que me pueda perjudicar? (lesiones o características físicas), ¿dispongo del tiempo adecuado para realizarlo? 

Todas ellas nos serán de ayuda para encontrar el deporte que se adecúe a nosotros y no viceversa. No solo de gimnasio vive el hombre y podemos encontrar una  saludable práctica deportiva en el ciclismo, natación, bailes  variados, deportes de  equipo… o podemos construir nuestro propio gimnasio en casa para evitar al máximo la pereza con muy poco material o empleando el que ya tenemos como por ejemplo: botellas llenas de agua, mochilas llenas de libros, objetos pesados  en general, gomas elásticas, sillas y  mesas, esterillas… como también optar por la calistenia que consiste en el uso de  nuestro propio peso corporal para entrenar fuerza con diferentes técnicas que no requieren de ningún material.

En cualquier caso, el entreno siempre es adaptable y prácticamente cualquier persona en un estado de salud aceptable  puede practicar deporte y que resulte una actividad placentera y estimulante.

La alimentación que seguimos también debe de ajustarse a los mismos preceptos que nuestra actividad física: generar adherencia y ser placentera. No nos olvidemos que la comida no solo cumple una función nutritiva a nivel más “físico” sino que supone un recurso emocional en varios aspectos. No podemos convertir la alimentación en un suplicio y tampoco es adecuado tener alimentos totalmente prohibidos  que solo  generarán, a medio y largo plazo, un alto nivel de ansiedad contraproducente para nuestro objetivo. Lo que sí es adecuado es entrenar nuestro paladar. Como tantas otras conductas, la alimentaria también es moldeable a través del hábito.

¿Qué recursos aplicaremos para mejorar nuestra alimentación?

Aumentar la ingesta de alimentos no procesados: verduras, carne, pescado, frutas y frutos secos crudos o tostados. No se trata de eliminar drásticamente cualquier procesado, pero sí de que, en nuestra despensa, dispongamos  principalmente de comida rica en nutrientes.

Entender la composición de nutrientes de los alimentos: conocer cuáles  son más ricos en grasas, hidratos o proteínas es un gran paso para poder adecuar la alimentación a nuestro estilo de vida. La dieta proteica, por ejemplo, se trata de una de las alimentaciones más utilizadas para perder peso, aunque hay que seguirla siempre con ayuda de un profesional.

El conteo de calorías puede ser un recurso, pero no es el único ni debe de ser el principal. Si conocemos que un alimento es muy graso sabremos que contiene un mayor número de calorías, pero esas calorías se comportarán de forma diferente en nuestro cuerpo dependiendo de si hablamos de una hamburguesa ultraprocesada que si se trata de un puñado de  nueces. 

Otro recurso es (re)aprender a escuchar nuestras señales de hambre y saciedad. En demasiados casos, tras repetidas dietas y periodos de control alimentario, esas sensaciones que nos avisan de cuándo comer y cuando no se difuminan y perdemos la capacidad de escucharnos. 

Puede ser estupendo dejar de controlar un tiempo nuestra alimentación y sentir  lo que necesitamos y de donde procede, ¿es hambre o ansiedad?¿existe algún motivo emocional por el que quiero comer X alimento? ¿He comido suficiente a lo largo de la jornada? Al principio pueden ser pequeños cambios en el pensamiento, pero con el tiempo volverá a ser un proceso intuitivo y natural. Si hemos comido en exceso, es posible que nos apetezca ayunar en la cena, pero no se  tratará de algo calculado y desde la restricción, sino desde  el autocuidado y la escucha.

Por último, referente a nuestra alimentación, no hay que olvidarse de los  tóxicos que consumimos en nuestro día a día, como pueden ser el tabaco, alcohol y otras drogas. Por supuesto, su consumo empeorará las funciones  encargadas de depurar las toxinas que se acumulan en nuestro organismo y nos sabotea  la pérdida de peso, además de ocasionar graves perjuicios para el estado de nuestra salud.

Fitoterapia

Después de atender a lo básico solo nos queda dar los empujones que marcan la diferencia para acelerar el proceso o hacerlo más llevadero. Uno de los recursos de los que disponemos a nivel farmacológico es el del uso de las propiedades de plantas de forma terapéutica, es decir: la fitoterapia.

Existen compuestos en las propias plantas que son inhibidores de la formación de la grasa termogénicas o diuréticas y depurativas. Su uso está supeditado a características individuales y a nuestro objetivo. Por ejemplo, a veces retenemos más líquidos de lo habitual y gran parte de nuestra  hinchazón se resuelve mejorando ese drenaje. Lo solucionaremos  con tratamientos a base de cola de caballo, diente de león o piña.

En el caso de necesitar disminuir nuestra absorción de grasa o ayudar a la eliminación de la ya existente podemos recurrir a compuestos como: Garcinia Cambogia, té  verde, café verde, mate  o Guaraná.

También pueden ser de ayuda la alcachofa o el boldo por su acción depurativa al facilitar las funciones de metilación de nuestro hígado.

Consulta con tu farmacia de confianza cuál se adecúa más a tu caso.