Durante la época más calurosa del año cambian nuestras necesidades alimentarias con las frutas de verano: tenemos más sed, puede que perdamos el apetito, nos apetecen comidas más frescas… Todos estos cambios de apetencia cumplen un propósito adaptativo relacionado con las condiciones medioambientales que nos envuelven.

La fruta es uno de los alimentos más saludables que existen, por su fibra, su carga energética, pero sobre todo por su gran densidad nutricional. Aunque en cuanto a macronutrientes destaca por sus carbohidratos, también contiene gran cantidad (y variedad) de micronutrientes: vitaminas y minerales.

Una alimentación rica en fruta nos asegura las necesidades básicas para que una dieta sea equilibrada, y ahora que comienza la temporada estival nos nutrimos de nuevas piezas, ¿quieres conocer en qué nos podemos beneficiar de su consumo?

Frutas de verano para apoyar la alimentación hipocalórica

Las frutas de verano en general tienen una cantidad baja en calorías, un aporte alto de fruta y se convierte en una gran ayuda para las dietas de adelgazamiento, tanto por su bajo nivel energético como por su mejora del tránsito intestinal. En el caso de las naranjas, por ejemplo, es una fruta muy beneficiosa, ya que tiene un aporte vitamínico atemporal.

Hidratación 

Una de las características principales de las frutas en esta época del año es su mayor concentración en agua. Los mejores ejemplos son la Sandía o el Melón

La sandía es la opción menos calórica de todas y la más refrescante en un momento en que nuestro cuerpo nos pide agua, aporta licopeno que es un potente antioxidante. En cuanto al melón nos supone una buena dosis de vitamina E. Otros de los nutrientes que comparten son: vitamina A, C, magnesio, potasio, fósforo… Además, el consumo de fruta también ayuda a prevenir los problemas estomacales comunes en verano, ya que es un producto que contiene mucha agua, lo cual evita la deshidratación. 

Vitamina A

Esta vitamina las encontraremos entre otras frutas en melocotones y nectarinas. La vitamina A empuja diferentes procesos de nuestro organismo, en verano nos ayudará especialmente al cuidado de nuestra piel. Durante los momentos más calurosos y que tenemos una mayor exposición solar, nuestra dermis es perjudicada por descamaciones, sequedad y quemaduras. Esta vitamina favorece la regeneración, ya que repara las células que se ven afectadas, tanto por el paso del tiempo, como por las agresiones externas que aumentan significativamente en estos momentos. También aumenta los porcentajes de retinol que mejoran la elasticidad.

Vitamina C

Otra de las vitaminas estrella más presente en las frutas en esta época del año es la C. La encontramos en: melón, mango, papaya, fresas, frambuesa, grosellas, etc.

Esta es otra de las vitaminas que intervienen en la síntesis de colágeno, por lo que será una gran aliada para nuestra piel. Un antioxidante de los más eficaces, ya que protege las moléculas de los radicales libres. 

Potasio

El potasio es esencial para el aporte de agua a nuestro cuerpo, tan importante cuando las temperaturas suben. ¿Qué frutas de verano contienen más potasio?: plátano, kiwi, ciruela, nectarina, níspero, chirimoya… son solo algunas que nos aportarán cantidades significativas. Este nutriente cobra especial importancia si practicamos deporte intenso.

Grasas buenas

Las mayores excepciones al bajo aporte calórico de las frutas más propias del verano son el aguacate y el coco, a cambio nos dan una gran cantidad de las llamadas grasas “buenas”. La mayoría de las grasas del aguacate son monoinsaturadas, tiene una gran cantidad de ácido oléico y Omega 3. Respecto al coco, aunque nos puede asustar que sus grasas son saturadas, no hay que confundir ese hecho con que se trate de un alimento poco saludable. La alta presencia de ácido láurico nos da grandes beneficios para nuestra salud, también podemos aprovechar su aceite para cocinar, ya que aguanta altas temperaturas sin degradarse.