Las cremas solares son el cosmético rey por excelencia del verano y un producto básico en cualquier botiquín de vacaciones. Se trata de un producto en crema, gel, aceite o preparado bifásico que absorbe, refleja o refleja la radiación UV durante un determinado tiempo y dependiendo de las condiciones ambientales o tipología de nuestra piel.
Durante las épocas de mayor presencia solar y en que esta es más directa, es imprescindible utilizarlo a diario para evitar riesgos tan graves para nuestra salud como pueden ser diferentes tipos de cáncer de piel, a nivel estético previenen la aparición de manchas o el envejecimiento prematuro.
Diferentes tipos de protector solar
Existen dos tipologías de protector solar, las dos son seguras para la aplicación en humanos, pero tienen algunas características que las hacen diferentes:
Barrera química
La mayoría de protectores que hemos encontrado hasta ahora en el mercado son de barrera química. Actúan después de haberse absorbido y es por eso que se recomienda su aplicación al menos 20 minutos antes de la exposición al sol. Captan las radiaciones solares, las transforman en energía calórica y las devuelven al ambiente. Actualmente, existe un tanto de leyenda negra sobre este tipo de protectores solares, pero cabe decir que han pasado todas las pruebas sanitarias que demostrarían ser completamente seguros para el ser humano, incluso desde la primera infancia.
El único inconveniente remarcable es que sus componentes no suelen ser biodegradables y, por consiguiente, podrían resultar contaminantes si llegasen a zonas problemáticas del océano en cantidades suficientes.
Barrera física
O con filtro solar mineral, son aquellos que usan minerales como el óxido de zinc para reflejar la luz UV. El mayor beneficio que encontraremos en este tipo de protectores solares, aparte del menor impacto medioambiental, es que actúan desde el primer momento en que los aplicamos. Si no sueles tener tiempo para esperar este es tu protector. Sin embargo, y como inconveniente, notaremos que la gran mayoría de estos cosméticos dejan una capa blanquecina sobre la piel que es muy difícil que se absorba o cuesta mucho extenderse bien.
¿Cuál es tu protector ideal?
Respecto al tipo de filtro sobre los que acabamos de hablar debes de valorar los pros y los contra, además de tener en cuenta posibles sensibilidades o alergias a algunos de sus componentes.
También buscar la textura adecuada para tu tiempo de piel. Así, las pieles grasas, que empeoran con el verano, admitirán más cosméticos específicos o en formato gel o spray. Las pieles secas o sensibles se beneficiarán de las cremas o aceites con añadidos suavizantes y regeneradores. Por último, las pieles mixtas también responden muy bien a las texturas en gel, aunque también se puede valorar usar dos fotoprotectores distintos según la zona. Existen también sticks para aplicar en áreas más concretas como contorno de ojos, labios, nariz y barbilla.
Y si tu protector no te convence por algún motivo, puedes consultar con tu farmacia de referencia para que te aconseje sobre la marca y tipo que más se adecuará a tus características.
Forma correcta de aplicar el protector solar
Una de las cosas que más se nos escapan a la hora de usar este cosmético es su aplicación. No solo deberemos hacerlo con un tiempo de antelación (20/30 min. o lo que la marca te aconseje) si usamos filtros de barrera química, de igual modo tenemos que hacerlo en la cantidad suficiente.
Existe una regla básica que dice que si compras un protector solar a comienzos de verano y, al terminar la estación, aún queda una buena cantidad en el envase es, muy probablemente, porque no te lo has colocado en la cantidad suficiente. Y es que muy poca gente se pone la capa necesaria para que sea realmente efectiva. Hay diferentes medidas que podemos usar de referencia, pero siempre teniendo en cuenta que depende de cada persona; el contenido de un chupito para la piel del cuerpo, dos líneas extendidas a lo largo de dos dedos para la piel de la cara. En el caso de los protectores en spray, un mínimo de 6 pulverizaciones solo para el cutis y entre 50 y 70 pulverizaciones para la piel de todo el cuerpo.
Una vez aplicado se puede extender para que cubra toda la superficie de la piel sin dejar zonas libres ni “pegotes”.
Con estas cortas indicaciones puedes hacerte a la idea de si has estado aplicándote el protector adecuadamente (lo más habitual es que no) y remediarlo para aprovechar al máximo sus beneficios y minimizar riesgos.