Poco a poco se van descubriendo nuevos alimentos que formarán parte de nuestra dieta tarde o temprano. Este es el caso de los denominados macronutrientes, unos elementos que sorprende por sus cualidades alimenticias y nutritivas, que a la larga pueden llegar a suponer un gran aporte de energía a nuestro organismo. 

Al hablar de macronutrientes nos referimos a esos alimentos, ya sean sólidos o líquidos, que son necesarios para el desarrollo de las funciones vitales del ser humano. Este tipo de elementos proporcionan la energía necesaria para nuestro día a día. No contentos con ello, ayudan a construir estructuras orgánicas y a repararlas, promoviendo los procesos metabólicos necesarios. 

Cuando hablamos de macronutrientes, nos referimos a esos alimentos que están compuestos por grasas, carbohidratos o proteínas. A continuación detallamos que características tienen cada uno de estos elementos:

Carbohidratos, el gran macronutriente

Actualmente, existen muchos elementos que forman parte de nuestra dieta. En este caso nos encontramos con los carbohidratos, unos alimentos que ayudan a que se puedan realizar las funciones corporales vitales. Entre ellas, destacan la actividad cerebral, digestiva y muscular. A todo ello, también ayudan a regular las grasas y proteínas. 

Cuando hacemos referencias a los carbohidratos como macronutrientes hay que dividirlos en tres categorías. Por una parte, nos encontramos con los monosacáridos y disacáridos, que son esos que cuentan con una rápida absorción por el intestino y que pueden formar parte la sacarosa, glucosa, fructosa o lactosa. En cambio, también tenemos los polisacáridos que se asimilan más lentamente y que pueden ser el almidón, la celulosa o el glucógeno.  

Al consumir este tipo de productos o alimentos, hay que tener en consideración que se tienen que ingerir con cierta moderación, siempre dependiendo de las necesidades de cada individuo. En caso de que se llegue a un abuso de los mismos, se puede derivar a una situación donde se impida el adelgazamiento y se incrementen los niveles de grasa corporal. Por ello, se recomienda que el consumo de este tipo de alimentos, como puede ser los cereales, miel o pasta, no supere el 50% de calorías diarias. Eso sí, apuesta por carbohidratos complejos, que te mantendrán saciados durante mayor tiempo.

Las grasas, tu gran aliado

Normalmente, se considera que se tienen que evitar a toda costa, pero es un error. La grasa es el nutriente energético principal de nuestro organismo. Tanto es así que te ayudan a asimilar las vitaminas y la síntesis hormonal. Este tipo de nutrientes suele situarse en el corazón, riñones o hígado. Cabe destacar que también ayuda a regular la temperatura corporal y se protege de los cambios ambientales externos. 

Las grasas están formadas por fosfolípidos, colesterol y triglicéridos. Es el 35% de la dieta diaria y es una reserva de energía siempre que nos quedemos sin carbohidrato. Las grasas pueden dividirse en: 

  • Ácidos grasos saturados: Carnes, lácteos, huevos y aceites. Suelen ser empleados en pastelería, bollería y comida precocinada.
  • Ácidos grasos insaturados: omega 6, frutos secos, aceitunas y aguacate. Este grupo de alimentos ayuda a reducir los niveles de triglicéridos y cuentan con una función vasodilatadora, siendo positivas para las personas diabéticas. 

Proteínas 

Se recomiendan que se consuma entre 10 y 15% de nuestra dieta diaria. Se suelen liberar por el intestino tras la digestión. Formada por aminoácidos, una ingesta adecuada ayuda a reducir la sarcopernia, que es una enfermedad que se produce con la pérdida de masa muscular. A todo ello, también ayuda a reparar y sustituir las células dañadas.